CORONAVIRUS: ALGUNAS REFLEXIONES

La crisis del Coronavirus COVID-19 inevitablemente remite por su similitud a la epidemia de Gripe A (H1N1), que tuvo lugar en el año 2009. Los aspectos en común son varios: ambas fueron provocadas por un agente biológico, produjeron un significativo daño económico, y provocaron pánico a un amplio sector de la población mundial, ayudadas por torrentes de información falsa, inexacta y, en algunos casos, maliciosa, amplificadas en la actualidad por el uso masivo de las llamadas “redes sociales”.

Las intensas campañas de prevención llevadas adelante en 2009, basadas en las mismas recomendaciones que ahora, lograron cambiar o introducir algunos hábitos saludables en la población, tales como incrementar la frecuencia del lavado de manos, la ventilación de los ambientes, cubrir la cara con el codo cuando se tose, etc., lo que demuestra que la utilización de los canales de información pública, si es adecuada y responsable, resulta altamente positiva.

Dicho esto, también es cierto que por parte de algunos medios de comunicación, se observó –y se observa- un manejo que contribuye a la confusión y, en algunos casos, a generar miedo en lugar de aportar a la organización y tranquilidad de la comunidad.

Todos hemos podido ver en televisión extensas notas con el rostro serio del periodista y música de fondo como la que se utiliza en cine-catástrofe (siempre me pregunto para qué musicalizar las noticias…). Otras, donde los zócalos señalan “YA son tres los infectados…”, en los que la utilización del “YA” hace interpretar que en muy corto plazo el número aumentará inevitablemente. También, al día siguiente de que el Ministro de Educación Trotta manifiesta en una entrevista que por ahora no se suspenderán las clases, el matutino Clarín titula en primera plana “Suspenderían las clases en el país…” y La Nación: “Crecieron los casos en el país y suspenderán las clases…” (La Nación ni siquiera utiliza el potencial). (1) Si bien el Ministro dejó claro en la entrevista que si recibe recomendaciones formuladas por el comité de asesores científicos en ese sentido, podría resolverse la suspensión, lo cierto es que los nombrados diarios ya titularon así, por lo que muchos padres hoy domingo no tendrán claro que hacer mañana lunes.

Habrá que analizar cuáles son las razones de este proceder. ¿Será solamente la búsqueda del rating? ¿habrá otros intereses que no alcanzamos a visualizar? ¿se trata de generar caos intencionalmente con el fin de desgastar al Gobierno?

La salud y a la vida de las personas son lo que en definitiva nos importa. En la aludida pandemia de gripe “A” del 2009, en nuestro país las víctimas mortales totalizaron 685 personas, resultando una tasa de mortalidad de 1,71 por cada 100.000 habitantes (2). En 2016 murieron 757 personas y 706 en 2017, afectadas por tuberculosis, una enfermedad que prácticamente había sido erradicada (3), al igual que el sarampión, del que también reaparecieron casos (4), habiéndose interrumpido parcialmente las campañas de vacunación. En 2017 se registraron 7.213 muertos por accidentes de tránsito y 7.274 en 2018 (5). El consumo de alcohol, asociado a estos accidentes y a muertes por enfermedades tales como algunos tipos de cáncer, cirrosis hepática, etc., en nuestro país es el mayor de América Latina (9,1 lt. de alcohol puro per cápita/año) (6).  Frente a estos datos cabe preguntarse por qué el sistema de comunicación no actuó poniendo tanto énfasis en la salud pública como lo hace ahora, callando frente al abandono de los planes de vacunación, no recomendando a la población que exija a las autoridades su continuidad, ni promoviendo conductas saludables para prevenir enfermedades infecto contagiosas e, incluso, promocionando profusamente el consumo de alcohol.

Para los medios de comunicación la actual crisis sanitaria podría convertirse en una oportunidad para reflexionar, cambiar actitudes y transformarse en colaboradores del bienestar general, actitud deseable pero difícil de concretarse…

Se dice que en el mundo la pandemia producirá un daño económico que pondrá en jaque al sistema. En realidad, todos sabemos que el sistema capitalista lleva años en crisis, resultando víctima de sí mismo, o, más exactamente, del proceso de financiarización, mediante el cual parecería que es posible crear dinero (“agregados financieros”) sin generar riqueza (trabajo, bienes y servicios). Es útil recordar la crisis de las hipotecas subprime en España, la caída de Lehman Brothers de 2008 y tantos otros episodios que conforman ese proceso de decadencia, en los que siempre los auxiliados fueron los bancos y corporaciones y nunca los pueblos.

Paradójicamente, la afectación económica global apuntada, resulta similar a las consecuencias que provoca la infección en las personas, dado que en su mayoría las víctimas mortales integran grupos de riesgo por edad o por padecer enfermedades que las tornan vulnerables a los efectos del virus. Podríamos como ejemplo preguntarnos, frente al fallecimiento en la epidemia de una persona de 75 años, fumadora y afectada por EPOC, si la causa de su muerte es el virus o los 50 años que llevaba fumando. En el mismo sentido podríamos analizar si la caída de las bolsas obedece al Coronavirus o a la profundidad del caos financiero que produce la salvaje concentración del capital en todo el mundo. ¿De qué manera se explica, por ejemplo, que el precio del petróleo haya pasado en poco tiempo de U$S 120 a U$S 30 el barril? ¿por el COVID-19? ¿o por el TRUMP-17?

En fin, dejo estos trazos para reflexionar, ahora que tenemos tiempo mientras hacemos cuarentena…

CLAUDIO ANGELINI

REFERENCIAS/FUENTES:

  1. https://www.facebook.com/RevolucionPopularNoticias/videos/512067083080765/
  2. https://es.wikipedia.org/wiki/Pandemia_de_gripe_A_(H1N1)_de_2009-2010_en_Argentina
  3. https://www.infobae.com/salud/2019/03/23/tuberculosis-una-enfermedad-cada-vez-mas-mortal-en-argentina/
  4. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/alerta-casos-sarampion-julio-2018.pdf
  5. http://www.luchemos.org.ar/es/estadisticas/muertosanuales
  6. https://toxicologia.org.ar/argentina-pais-mayor-consumo-alcohol-america-latina/