NADIE PUEDE REALIZARSE EN UN PAÍS QUE NO SE REALIZA

En la hora del desastre es necesario volver a las verdades elementales. Si no levantamos la bandera de la Patria, nuestro pueblo no sabrá hacia dónde ir.

OPINIÓN. Por Eduardo J. Vior (*)


En la celebración del 25 de Mayo los dos principales dirigentes del peronismo se quedaron cortos: Cristina sigue afirmando que «el Peronismo debe mirar al futuro» y se olvida, o nunca entendió, de la Doctrina Peronista y su vigencia actual. Axel, por su parte, comenzó la doble campaña electoral (provincial y nacional) reivindicando las obras que realiza su gobierno. Es cierto, pero no basta. El enemigo está formando un frente único del coloniaje con LLA, PRO y UCR que juntos pueden arrebatarnos la mayoría de los legisladores por la Provincia de Buenos Aires.
Los mejores analistas en los medios de comunicación masivos se quejan de que «el Peronismo no ha hecho su autocrítica».
No es autocrítica lo que el Peronismo debe hacer, si quiere volver a ser el Movimiento de Liberación Nacional que alguna vez fue. Debe hacer revisión de la Historia y sobre su mejor herencia avanzar hacia el futuro.
El pueblo no va a votar y no vota al Peronismo, porque esta democracia escuálida que hoy tenemos no resuelve los problemas de las clases populares. Surgió en 1983 después de la lucha fratricida que dividió e inmovilizó al Peronismo entre 1974 y 1976, después de que la Dictadura cívico-militar asesinara por lo menos a 30.000 compañeros (de los cuales muchos eran delegados de fábrica o dirigentes de unidades locales), después de la Guerra de Malvinas y, sobre todo, después de los pactos que partidos (todos) y sindicatos cerraron con el poder dictatorial en retirada, para que no se tocara la Ley de Entidades Financieras de 1977, que resguarda la fuga de capitales y el permanente endeudamiento externo del país.
La adhesión del alfonsinismo al Plan Brady y las leyes de Obediencia Debida y Punto Final aseguraron el estatuto colonial.
Los tratados de Madrid y Londres, firmados por D.F. Cavallo en 1990, consolidaron legalmente la entrega de empresas estatales, bancos, tierras y del Río Paraná a fondos de inversión británicos. El chantaje posterior a los atentados en la Embajada de Israel (1992) y en la AMIA (1994) incorporó al negocio a intereses empresarios ligados al Estado de Israel.
Néstor y Cristina Intentaron sacudir el coloniaje pagando la deuda con el FMI, pero no tocaron ni la Ley de Entidades Financieras ni nacionalizaron los puertos ni combatieron a fondo las desnacionalización de la Patagonia ni recuperaron el Río Paraná. No lo hicieron, porque confiaron más en las negociaciones de cúpula que en la movilización popular. Con todo, la salida del FMI, la nacionalización de Aerolíneas y, sobre todo, la de YPF fueron medidas intolerables para el imperialismo.
El mal encarado enfrentamiento con las patronales del campo nos hizo perder mucho apoyo de clase media. Las diferencias entre Cristina y la dirigencia sindical en tanto, acarrearon la pérdida del apoyo del movimiento obrero.
A partir de 2012 la pérdida de los superávits gemelos por la revalorización artificial del dólar posterior a la crisis mundial de 2007/08 y las erróneas maniobras que llevaron a la candidatura de Scioli en 2015, primero, y a la de Alberto Fernández en 2019, después, generaron un fuerte descrédito de la conducción de Cristina.
Haber organizado la coalición de gobierno del Frente de Todos sin asegurar la plataforma ni el mecanismo para la resolución de conflictos internos abrió la puerta a los vaivenes y al inmovilismo de ese gobierno. Ciertamente, la pandemia de Coronavirus 2020/21 y la sequía 2021/23 no fueron la culpa de nuestros dirigentes, pero sí el modo en que pretendieron resolver la crisis. Los acuerdos de cúpula nunca fueron una solución, cuando la Patria estuvo en peligro. Su responsabilidad fue no haber convocado al pueblo.
La derrota de 2023, con la deriva de muchos votos peronistas que se fueron al mileísmo, es sólo un resultado lógico de la falta de orientación y de conducción.
Persistir ahora en los mismos vicios sólo puede conducir a peores derrotas. En la hora del desastre es necesario volver a las verdades elementales Si no levantamos la bandera de la Patria, nuestro pueblo no sabrá hacia dónde ir.
No hay que formar frentes antimileístas ni antifascistas. Hay que formar un gran frente por la salvación y la independencia de la Patria.
Hay que derogar la Ley de Entidades Financieras y nacionalizar los depósitos bancarios, nacionalizar los puertos, el Río Paraná, los servicios públicos estratégicos y reocupar las fronteras obligando a las corporaciones extranjeras a devolver las tierras ocupadas en zonas fronterizas.
Seguramente en este análisis faltan muchos matices y muchas propuestas. Ésta es sólo una convocatoria a las y los compañeros, para que recuperen la orientación y se pongan en marcha todas y todos por el mismo camino.
¡PATRIA SÍ, COLONIA NO! ¡VIVA PERON!

(*) Eduardo J. Vior es Doctor en Ciencias Sociales y Sociología y periodista independiente, especializado en política internacional.