Siguiendo las Migas

Por Daniel Guérin, especial para La Grappa Contenidos


Dicen que el diablo se esconde en los detalles y sin embargo rara vez los incorporamos al análisis. Marchamos por el camino con los datos que recibimos de los grandes intereses corporativos. Nos muestran lo que quieren que veamos y en vez de concatenar los detalles que como migas de pan nos dejan los actores involucrados, nos perdemos discutiendo las anécdotas que nos dan para consumo.


La crónica de la visita de Lula a los Estado Unidos tuvo mucho de esto. Nos enteramos de la coloquial interrupción de Biden mientras Lula describía la gestión de Bolsonaro, entre risas dijo “Me suena familiar”.


Además de las simpatías y coincidencias entre Trump y Bolsonaro, los dos abrevan en la Conferencia de Acción Política Conservadora. No es un detalle al pasar. La CPAC es el espacio donde coordinan las políticas, las acciones y las comunicaciones los poderosos del mundo y debería ser el corazón de todo análisis.


El primer viaje de Lula fue aquí. Lo de es la costumbre es una explicación demasiado simple. El agradecimiento por visitarlo en prisión ya había ocurrido en el multitudinario acto en Plaza de Mayo en el que dijo al Presidente que puede tener la certeza de que en cualquier circunstancia estará a su lado.


El eje Brasil-Argentina es una alianza geopolítica, pero lo que está en construcción, por necesidad y decisión, es mucho más que eso. De lo contrario el gesto del Alberto Fernández de ir a Brasilia la misma noche del ballotage no tendría explicación. No era Alberto subiéndose al triunfo de Lula. Era el Presidente de la CELAC afirmando con su cuerpo el resultado electoral, contra un oficialismo que no lo reconocía.


Lula en Washington fue alojado en la Blair House junto a su reducida pero sustanciosa comitiva. Su asesor personal Celso Amorin, y los ministros de Medio Ambiente Marina Silva, de Finanzas Fernando Haddad y, obviamente, Mauro Vieira de Relaciones Exteriores. No hubo cocteles con lobistas ni ronda de negocios, solo contacto político del más alto nivel. Al Presidente Biden lo secundaba el secretario de Estado, la Secretaria del Tesoro, sus asesores en asuntos del cambio climático, de Seguridad Nacional y para América latina.


Pero hay más. Lula recibió al Senador socialista por Vermont aliado al Partido Demócrata, Bernie Sanders y las Diputadas Alexandria Ocasio Cortez de Nueva York, Ro Khanna de California y Pramila Jayapal de Oregon. Todos ellos en la periferia de la partidocracia que controla la política de Washington más allá de quien gobierne. Son las voces disonantes dentro de su bloque, sobre todo en política exterior y las más férreas opositoras a las alianzas que construyo Trump antes, durante y después de su mandato.


El Papa Francisco afirmó que «no hay trabajadores libres sin sindicatos». Lula está tan de acuerdo con esto como lo está en contra el establishment global. Y recibió a la representación de la mayor central obrera de Estados Unidos y Canadá, la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales, conocida como la AFL-CIO.


Las migas seguirán siendo dejadas, el próximo viaje de Lula a China tendrá muchas, como la decisión de colocar a Dilma Rousseff al frente del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS o el anuncio de una moneda común o el ofrecerse para encontrar el fin de la guerra en Ucrania o relanzar el acuerdo UE-Mercosur con una Europa absolutamente diferente a la que había durante sus mandatos anteriores y ávida de nuevos aliados.


No sabemos si estos temas se conversaron en forma directa, pero es seguro que sobrevolaron todo el encuentro ya que serán centrales en el paradigma que se está construyendo. La pregunta que debemos hacer es si vamos a actuar en aquella dirección o seguiremos discutiendo lo que los poderosos quieren que discutamos.