OPINIÓN. Por Claudio Angelini
.
En una reciente entrevista periodística en Página 12, a cargo de Raúl Dellatorre y Melisa Molina (1) el Presidente Fernandez sostuvo, refiriéndose al proceso concursal de Vicentin S.A. que “retrocedí de la estatización, pero seguimos trabajando la alternativa del cramdown y ahora hay un escenario donde, tal vez, podamos hacer algo…” (El “cramdown” -o salvataje-, es una figura consagrada en la Ley de Concursos y Quiebras, que prevé el fin de la quiebra mediante el acuerdo que propongan uno o varios acreedores para que la empresa fallida continúe su existencia y funcionamiento, abrigando la expectativa de su resurgimiento económico).
.
Dado que el principal acreedor en el concurso es el Banco de la Nación Argentina (que verificó acreencias de alrededor de U$S 350 millones), entonces puede imaginarse que encabezaría ese salvataje y tomaría a su cargo, junto con representantes de otros acreedores importantes, la dirección de la empresa.
.
Si el “tal vez, podamos hacer algo” pudiera concretarse y llegar a buen puerto (uno no puede evitar ilusionarse, más allá de lo poco motivador de la expresión), entonces el Estado podría intervenir a través de esa empresa “testigo”, en una determinada proporción en la exportación de granos y derivados (harinas y aceites).
.
Ahora bien, la pregunta es si el hecho de contar con una empresa de las características de Vicentin S.A., permitiría al Estado deshacer la posición oligopólica que se observa en el comercio exterior de productos primarios, que consideramos el principal problema estructural de nuestra economía, dado que de él derivan los problemas cambiarios y de precios en el mercado interno nacional.
.
Decimos que existe una posición oligopólica en el mercado exportador de granos -cereales, oleaginosas y derivados-, ya que casi la totalidad de la producción que se vende al exterior pasa por no más de seis grandes empresas transnacionales: COFCO, Cargill, Bunge, ADM, Louis Dreyfus Company -LDC- y Glencore.
.
Sumando solamente tres de ellas, durante 2021 según sus propios informes, registraron ingresos -a escala global- por un valor de U$S 373.000 millones (LDC casi U$S 50.000 millones, Cargill 134.000 millones y Glencore 189.000 millones de dólares). (2) (3) (4) Es decir, tres empresas solamente facturaron en el mundo durante 2021 el equivalente al 85% del PBI argentino del mismo año (de U$S 437.000 millones) (5).
.
Entonces, cabe preguntarse si el hecho de hacer jugar una “nueva” empresa en el mercado granario resultaría determinante para enfrentar la citada situación oligopólica. Ese conglomerado parece tener más “espalda” que el propio Estado argentino. Y esa espalda económica se traduce también en poder, información y capacidad de lobby, contra los cuales parece muy difìcil que una empresa pueda influir significativamente.
.
Así las cosas, y considerando que de todas maneras es deseable y resultaría positiva la aparición de un jugador nacional, que se constituiría en una herramienta de intervención, parece que lo más importante -antes que la elección del instrumental- continúa siendo la estrategia política con la cual enfrentar esas corporaciones tan poderosas.
.
Conforme se desarrolle esa estrategia, y mientras se resuelve la “cuestión Vicentín” (cuya definición posiblemente vaya a dilatarse, habida cuenta que la Cámara debe revisar lo actuado por el Juez Lorenzini en un proceso complejísimo), debería operarse con los medios que existen y son resortes del Estado (por supuesto que sin dejar de ponderar el referido poder que dichas corporaciones poseen y la actitud destructiva de la oposición política y su sistema de medios de comunicación).
.
Resulta entonces ineludible revisar la utilización eficiente de la Aduana (control de tonelajes, precios de referencia, etc.), de las fuerzas de seguridad que operan en las fronteras terrestres y fluviales (Gendarmería Nacional y Prefectura Naval Argentina) para evitar el contrabando, el B.C.R.A. (control de ingreso y liquidación de divisas) y el establecimiento o revisión de mecanismos (cupos y/o gravámenes de expo, etc. -según sea posible atento a la composición del parlamento-) que permitan que el inédito aumento de precios mundiales de las commodities, produzcan prosperidad a nuestro País en lugar de profundizar la desigualdad.
.
Una reflexión que se comparte, sabiendo que muchas veces las urgencias y la necesidad nos hacen perder la objetividad, y los deseos -aun cuando estén originados en la buena voluntad- se imponen al análisis racional, y, si no se cumplen, terminan provocando frustación después.
.
Dicho coloquialmente: Apoyemos la creación de una empresa nacional exportadora de granos, sometamos la cuestión al debate en nuestra sociedad y difundamos la importancia de lograrlo. Pero no creamos que por si sola será la solución de todos nuestros problemas económicos.
.
Sin perjuicio de señalar que existen numerosos indicadores positivos, como el repunte de la actividad industrial, el aumento del empleo y decisiones de inversión en el sector privado (todo prolijamente ocultado por los medios opositores o subvaluado por los “afines”), lo cierto es que, si finalmente se concreta, la recuperación de esta empresa forma parte de un largo camino, cuyo recorrido requiere del compromiso de todos y de la unidad del campo popular.
.
Porque lo que hay del otro lado, en cualquiera de sus variantes, lo único que ofrece es más sufrimiento a nuestro Pueblo.