OPINIÓN. Por Daniel Guerin
Hay dos maneras posibles de interpretar la acción política, O como un dispositivo que todos respetan en el que se procuran consensos o como un conjunto de grupos sociales que, en permanente conflicto, resuelve mayorías. Gobernar es la administración de esos conflictos.
A través de estas maneras de acción, se logran mayorías circunstanciales que hacen que un determinado sistema de pensamiento se acepte como “sentido común”.
Con este “sentido común” interactuamos. Oponerse o no estar de acuerdo con él, implica tener que explicar la postura que se sostiene. El Mono Gatica nos explicó que el peronismo era el sentido común con su frase “yo nunca me metí en política, siempre fui peronista”.
Ese “sentido común” siempre está en disputa, pues manejarse con el concepto de la mayoría, simplifica el diálogo con la sociedad.
No caben dudas que el neoliberalismo nos dejó un desastre y que la pandemia lo transformó en catástrofe. Tampoco sobre la complejidad de gobernar con buena parte de los estamentos del Estado no sometidos a elecciones en contra, sin mayorías significativas en los electivos y con los poderes “paraestatales” también en contra. Sin embargo, esto parece estar fuera del sentido común.
La reiterada explicación de que se inició la gestión de gobierno enfrentando a los acreedores y la deuda social y sobre esto, la pandemia, llega a saturar. El problema se comparte por buena parte de la sociedad, pero después la ponderación no
El sopapo electoral recibido el domingo hace urgente escuchar la voz del pueblo y actuar en consecuencia. Analizar quiénes no fueron a votar, qué lugar quedó sin visitar por los candidatos, qué no se dijo, qué se entendió de lo que se dijo, es parte de lo operativo que los Comités de Campaña deberán resolver.
Nuestra obligación es analizar y colaborar en la interpretación de qué pasó o, mejor aún, qué está pasando. Cómo se llegó a que un gobierno nacido con una alegre esperanza y una novedosa unidad, haya caído en una crisis de representación en tan solo un par de años. Cómo se llegó a esta desconexión con los sectores que naturalmente se cree que la fuerza política que gobierna representa. Qué falló a la hora de conectar con la sociedad que se dejó afuera a una mayoría a la que supone defiende.
De este hilo subrayo dos cosas:
El sentido común. Se está lejos de éste, se le habla a la sociedad en claves y códigos en un lenguaje que, o no se entiende o se mal entiende. Las consecuencias del neoliberalismo se han enunciado, pero no analizado ni visualizado. No se escuchó a los interlocutores que se supone se tiene con los sectores más castigados por el neoliberalismo. No se verificó la llegada de la asistencia a estos sectores. Tampoco si era suficiente. Si llegó, no se le presentó una perspectiva de salida que lo incluya dentro de la sociedad por venir, solo la incierta continuidad de esa ayuda
La acción política. ¿O conflicto o consenso? Nunca es una sola la respuesta, ambos caminos no se excluyen. La historia nos indica que con ciertos sectores no hay búsqueda de consenso posible. Para la confrontación hay que acumular fuerzas. ¿Es posible confrontar en minoría? Cristina demostró que sí. La mejor elección la hizo luego de dos años del Grupo A. Claro que con condiciones diferentes.
A modo de final
Hay un tema que suprayace: la renegociación de la deuda con el FMI. ¿Consenso o Confrontación? Si fuera consenso, ¿sería al estilo del fondo? De ser así, ¿puede tener futuro político el que lo firme? Si fuera confrontación. ¿Habría un final posible? ¿Podría lograrse un acompañamiento amplio para lograrla?
En esto se debate el FdT y debiera ser el de toda la sociedad, pues he aquí la verdadera representación de que hay dos modelos de país en pugna.