CARNE: DE TRADICIONAL A PROHIBIDA

Desde hace meses observamos un brutal incremento en el precio de la carne, que duplica a la inflación. Una tesis sobre sus causas.

OPINIÓN. Por Claudio Angelini.

Desde hace unos meses todos observamos con preocupación que el precio de la carne vacuna aumenta en una proporción mucho mayor –cercana al doble- que el índice de precios al consumidor (IPC), lo que ha provocado que el consumo per cápita haya registrado una caída histórica –e indignante-. (1)

Se han escuchado variados análisis por parte de especialistas en economía que intentan explicar las razones de esta circunstancia: algunos sostienen que se debe al aumento del precio del maíz, grano con el cual se “terminan” (vale decir se llevan al peso ideal de faena) los novillos en los “feed lots” (sistema de engorde con encierro). Otros señalan que su origen es que actualmente se exporta carne con hueso, en lugar de solamente las pulpas de los cuartos traseros como anteriormente, lo que disminuye la disponibilidad de cortes que antes sólo se consumían en el mercado interno, como el asado, por nombrar al más emblemático. Esa menor disponibilidad determinaría la suba del precio, conforme la –cruel- ley de oferta y demanda.

El primero de los argumentos es parcialmente cierto, dado que el aumento de uno de los insumos de la alimentación de la hacienda influye en la formación del precio de plaza. Tan es así que el gobierno implementó medidas para morigerar ese efecto (primero suspendió las exportaciones de ese grano y luego acordó un régimen similar al de cupos de exportación). La pregunta es en qué proporción se da esa influencia sobre el precio. O sea, ¿la magnitud del aumento del precio del maíz justifica en su totalidad el de la carne? Para explicarlo coloquialmente, si a una panadería le aumenta 10% el precio de la harina, ello no implicará que el pan aumente ese 10%, ya que la harina es uno –no el único- de los insumos que utiliza y componen su costo. Entonces quizás ese incremento determine un aumento del pan de solamente el 3% (las cifras son solo a modo de ejemplo). Volviendo a la carne: ¿cuánto representa en el costo el precio del maíz –la harina en el ejemplo- sobre el precio del novillo –el pan en el ejemplo-?

La segunda explicación carece de correlato temporal, dado que Argentina retomó la exportación de carne con hueso con destino a Europa y –principalmente- a China a mediados de 2019, pero los aumentos en el mercado interno por encima del IPC se aceleraron durante el segundo semestre de 2020, es decir un año después. (2)

Vale decir que si bien ambos argumentos tienen razonabilidad, no alcanzan para explicar integralmente el fenómeno que, insistimos, preocupa mucho por la gran cantidad de población que se ve dificultada –o directamente imposibilitada- de consumir esta proteína.

Feed lot

Así las cosas, hace pocos días aparece la noticia que da cuenta que el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación decretó la suspensión de la actividad a quince empresas exportadoras de carne.

Si uno repasa los diarios y portales de estos días, verá la novedad desarrollada en casi todos ellos, similarmente titulada, indicando que la suspensión fue motivada por “evadir controles” estatales (a excepción del diario La Nación (3) hasta donde se pudo verificar, que publica que la medida fue por “maniobras de subfacturación”).

En realidad, el motivo central de la suspensión de las –por ahora- quince empresas exportadoras, es la subfacturación de exportaciones mediante mecanismos de triangulación. Pese a sonar tan altisonante, la maniobra puede describirse con bastante simpleza conceptual, para lo que hay que señalar que el comercio exterior, en particular la exportación, tiene varias particularidades de las que interesa destacar dos:

  • Sobre el monto exportado se debe pagar el Gravamen de Exportación (“retención”)
  • Recibir el pago del exterior (habitualmente en dólares) en el BCRA (“ingresar la divisa”) y, en un plazo determinado por las normas pertinentes, convertir esos dólares en pesos (“liquidar”) utilizando el tipo de cambio comprador vigente en el Mercado Único Libre de Cambios (MULC)    

La “triangulación” consiste en ponerse de acuerdo con una empresa en el extranjero, que no es la destinataria final de lo que se exporta, o –directamente- crear una empresa ficticia en otro país. Luego realizar la venta a esa empresa por un monto menor al real (se habla del orden del 40% de subfacturación). Esa ficticia será la que concrete la exportación al comprador real y le facture el verdadero valor. El pago de la operación será recibido entonces por la ficticia, que girará a la real en la Argentina el monto falseado. El resto de los dólares le ingresarán por otras vías y a otros valores o, directamente, quedarán en el exterior.

Esta modalidad tiene dos efectos perjudiciales para nuestra economía, toda vez que por un lado el Estado recauda menos impuestos –dado que la exportadora tributa menos gravamen de exportación-, y por otro no ingresa y liquida la totalidad real de la divisa, lo que atenta contra el crecimiento de nuestras reservas en el BCRA. Recordemos que si no existen reservas –o si resultas muy exiguas- no tenemos forma de pagar las importaciones necesarias para el crecimiento (bienes de capital como máquinas y equipos, insumos que no producimos, etc.)

Los términos que describen el modus operandi, tales como “subfacturación” y “triangulación” suenan grandielocuentes, pero en realidad son muy simples en lo conceptual. Veamos un ejemplo imaginario para entenderlos mejor: (VER CON EL TELÉFONO HORIZONTAL)

Vale decir qué, en este ejemplo, el Estado habrá dejado de recaudar $ 329,400 de impuestos, y habrán ingresado U$S 40,000 menos de reservas al BCRA mientras la empresa habrá incrementado su ganancia en $ 2,669,400.

Si tenemos en cuenta que las exportaciones de carne ascendieron en 2020 a cerca de 2.700 millones de dólares, estimando que solamente una proporción pequeña de lo exportado lo haya sido de la manera descripta, veremos que la evasión y las divisas que no ingresaron a nuestras reservas por estas exportaciones ascienden a cifras escalofriantes.

Pero sin perjuicio de ello, y para relacionarlo con el desmedido y desproporcionado aumento de la carne, la cuestión es que la espectacular tasa de ganancia que obtienen estas empresas exportadoras (y quien sabe cuántas más) minimiza el impacto que en sus costos produce el precio de compra de la hacienda en pie, por lo que para asegurarse el stock suficiente pagan valores que en otras condiciones no aceptarían. Eso presiona hacia arriba los precios en plaza que repercuten en todo el sistema de comercialización. Es decir, los frigoríficos que compran para faena y venta en el mercado interno se encuentran con los precios “inflados” por esta situación y se ven obligados a pagarlos, lo que obviamente repercute en el precio final en góndola, agravando el incremento provocado por la devaluación del peso, del 64% desde diciembre de 2019 hasta la fecha, que impacta de lleno en el precio interno en tanto producto exportable (el problema de que comamos lo que exportamos sin que existan medidas para desacoplar los precios domésticos de los de exportación)

Las conclusiones son varias:

– el mercado no es un organismo tan transparente y eficiente como la ortodoxia económica pregona. Basta con la intervención de unos pocos ladrones de guante blanco para romper el equilibrio y la teórica armonía entre sus agentes.

– La inflación no solamente se origina en la emisión monetaria como sostiene el dogma ortodoxo, sino que es multicausal, a punto tal que, como en este caso, las maniobras de evasión podrían generar distorsiones en los precios.

– Resulta sumamente necesario que el Estado implemente mecanismos para desacoplar los precios internacionales de los internos de aquellos productos que simultáneamente se exportan y se consumen en el mercado nacional (en especial y fundamentalmente los alimentos), para que sean accesibles para nuestra población.

– Se comprueba las serias falencias que presentan los sistemas de control en nuestro país, en particular los relacionados al comercio exterior. El BCRA y la AFIP pueden conocer on line las características de todas las exportaciones (naturaleza, cantidad, calidad y precio), lo que les permite evaluar –como se infiere hicieron en estos casos- si la información que proporciona la empresa exportadora es consistente con la realidad.

– Relacionado con el punto anterior, y encontrándose en debate si se mantiene o no el sistema de administración privada de la “Hidrovía”, lo expuesto ratifica la necesidad de que el Estado asuma el papel de administrador y de rediscutir el sistema portuario, toda vez que el actual esquema dificulta la ejecución de dichos controles y facilita las maniobras evasoras y el contrabando.    

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1 https://www.infobae.com/economia/2021/01/11/los-precios-de-la-carne-vacuna-aumentaron-el-doble-que-la-inflacion-durante-2020/

2 (https://news.agrofy.com.ar/noticia/183408/argentina-volvio-exportar-carne-hueso-europa-luego-medio-siglo

3 https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/rulo-carnico-la-industria-frigorifica-pide-controles-en-tiempo-real-nid29032021/

4 https://www.agrositio.com.ar/noticia/215243-el-valor-de-las-exportaciones-de-carne-vacuna-obtenido-en-enero-mostro-una-caida-moderada