Hasta siempre, Compañero

…se fue, sin más
puteando por lo bajo, se marchó

Por Daniel Guerín.

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Dar noticias es raro. Aunque solo es dar a conocer algo que, obviamente, ya sabemos, la acción tiene una carga que nos modifica al repetirla, como si al hacerlo adquiriera el peso de la verdad. A algunas no las queremos decir, como si esto las negara. Esta noticia tiene toda esa carga y es de las que no queremos escuchar ni repetir. Pero es. Hace minutos falleció Filippone.

Alejandro, un compañero con el que construimos y compartimos sueños imposibles y nos empeñamos en hacerlos posibles. De puro testarudos nomás. No sé si logramos alguno, lo que sí sé, es que no nos quedamos con las ganas. Eso ya es un logro.

La búsqueda desde dónde hacer conocer nuestros puntos de vista en los primeros tiempos del rebrote neoliberal lo pintan exactamente como era. El afán, el empuje y la necesidad de mostrar una manera distinta de la dominante de ver las cosas, de quitarles el velo impuesto a otras, de romper el cerco mentiroso e interesado que nos quitan la posibilidad de conocer los hechos, nos muestran al militante del periodismo que era, que admiré y admiro.

Fue en una cena, por 2012, que luego de no sé qué intervención me propuso acompañarlo en un proyecto que estaba armando. Así, de su mano, debuté en radio y ya no nos separamos. Si, muy generoso de su parte, le estaré eternamente agradecido. Pero lo más importante, un gran constructor de equipos a los que nos incluía haciendo que cada uno tuviera su lugar desde dónde hacer crecer al conjunto. Nadie giraba alrededor de él, sino que se integraba al equipo en el que no había estrellitas a las que hacer sobresalir. Cero vanidades. El Mensaje era la estrella.

Por donde pasó dejó marcas. Ningún espacio fue igual luego de su estancia. Creó un estilo único, donde el aparente parloteo era una excusa para introducir lo importante, para que lo que tiene que verse se viera, para lo que debe saberse se sepa. A veces crudo otras suave. Siempre directo. Atento, tierno con las víctimas, los débiles, los excluidos. Inapelable con victimarios, los poderosos, los discriminadores. De una línea editorial clara y constante. No le importó nunca dónde propalara el mansaje, lo que le importaba y siempre respetó fue eso, el mensaje.

Mi querido amigo, no sé cómo seguiremos, tampoco por qué camino tomaremos. Pero te aseguro que honraremos tu memoria y tu legado. Lo que nos quede por transitar será con tu espíritu y guía. Los que te sobrevivimos llevaremos un poco más allá tus ideales hasta que sea el momento de dejárselos a otros, que lo que has sembrado está brotando y son muchos los que nos acompañan.