LOS SIMBOLISMOS EN LA PARTIDA DE JOHN LEWIS

 

A quienes nos dijeron “Tengan paciencia, esperen” debemos decirles que no podemos tener paciencia. No queremos ganar nuestra libertad gradualmente, queremos ser libres ya. Estamos cansados. Estamos cansados ​​de que la policía nos golpee. Estamos cansados ​​de ver a nuestra gente en la cárcel una y otra vez, para que luego nos griten “Tengan paciencia” (John Lewis, agosto/1963)

 

Desde el asesinato de George Floyd por parte de la policía en Minneapolis en mayo pasado, se disparó en Estados Unidos una escalada de movilizaciones populares, declaraciones rimbombantes, promesas guerreras e involucramiento de las fuerzas federales que parece no encontrar techo. Es difícil no caer en comparaciones con las marchas encabezadas por Martin Luther King en la lucha por los derechos civiles, como difícil es no sentir a éstas protestas como continuidad de aquellas.

En las jornadas que culminaron con el reconocimiento legal de la condición de humanos de la población afroamericana y el asesinato del reverendo King, hubo un hito que marcó un antes y un después en 1965.

La comunidad negra de Selma, localidad rural del Estado de Alabama, había confeccionado una nómina de potenciales votantes para ser registrados. Las leyes federales lo permitían, pero al gobierno de Alabama no le gustaba. Para hacer de la prohibición un acto político, se organizó una marcha para entregar la nómina a las autoridades en Montgomery, Capital del Estado. La marcha consistía en personas que caminaran los ochenta y pico de kilómetros. Pero, a la salida del pueblo, en el puente sobre el Río Alabama, la Guardia Civil y la Policía local los estaba esperando. Bajo las órdenes del Gobernador Wallace desataron una brutal represión para impedir el paso de los manifestantes por el puente que dio como resultado algunas muertes, muchos heridos y varios más detenidos. Como si caminar por la senda peatonal hubiera sido un delito.

Represión sobre el puente del río Alabama

Quizá algunos recuerden la imagen del entonces presidente Obama cruzando ese mismo puente en 2015, al cumplirse 50 años de aquellos episodios. Entre los que lo acompañaban se encontraba John Lewis, congresista demócrata por Alabama que había sido víctima de aquella represión. En la lista de lo que le decomisaron cuando lo detuvieron, había un libro y dos manzanas. Con eso aquel joven pensaba recorrer el camino. Este viejo luchador de 80 años falleció el 18 de julio pasado y el domingo 26 se realizaron sus exequias. Sin dudas, la imagen más emotiva fue la del féretro embanderado en la cureña cruzando ese puente. El cuerpo de John Lewis hace el viaje final sobre el puente Selma, tituló la prensa.

A pocas horas de conocerse su deceso los ex presidentes Carter, Clinton, Bush y Obama hicieron conocer su pesar, alabando al ícono de la lucha por los derechos humanos recién fallecido. Pero el Presidente en ejercicio desentonó. Varias horas después y luego de una cadena de tweets insultando a su ex asesor a su sobrina y a Biden y de jugar un partido de golf, hizo conocer su pésame a la familia del congresista fallecido.

Pte. Obama cruzando el puente con John Lewis

Los cruces de Trump con Lewis vienen de los tiempos de la campaña electoral en la que el candidato, en respuesta a las críticas que había realizado al sistema de registro de votantes dejó, planteada la idea de que Lewis representaba a un Estado “infestado de delitos” y “derrumbándose”. El congresista no participó del acto de asunción. Más de cincuenta años después la lucha por el voto sin restricciones continúa.

Estamos siendo testigos de un debate violento en la sociedad norteamericana. Buena parte de la dirigencia nacional se empecina en fomentar la división. Una simple discusión del uso de barbijo se ha transformado en una postura ideológica irreconciliable. Hay un sector poderoso que se oponía en los sesenta al reconocimiento de los derechos civiles y que hoy lo sigue haciendo; mientras, las mayorías, están hartas de que gobierne la desigualdad.

Las protestas han puesto en jaque la historia edulcorada que supone que las cuestiones sociales habían sido superadas por la Guerra Civil del siglo XIX y de que “América” es la mejor democracia del mundo.

Caroline Randall Williams, una poetisa de estos tiempos, acaba de publicar un artículo en el New York Times donde afirma “Soy una mujer negra, sureña, con antepasados ​​blancos violadores”.  Su nota se titula ¿Querés un monumento confederado? Mi cuerpo es un monumento confederado. Clara alusión a los cuestionamientos al reconocimiento de esclavistas por parte del Estado.

Entre los antepasados blancos reconocidos por Caroline se encuentra un tatarabuelo, Edmund Pettus, General Confederado fundador y supremo director del KKK de Alabama. El puente donde John Lewis junto a otros miles fue brutalmente golpeado por las fuerzas de seguridad, se llama en su honor Edmund Pettus Bridge.

¿Coincidencia? no creo, es solo el devenir. En aquellos tiempos las fuerzas federales decían bregar para que se cumplan las leyes federales. Hoy son usadas para reprimir la exigencia del cumplimiento de las mismas. La historia siempre se nos presenta, aunque solo algunas veces podamos verla.

El cuerpo de John Lewis hace el viaje final sobre el puente Selma.

DANIEL GUERIN

PARA LA GRAPPA CONTENIDOS

JULIO DE 2020