Gabriel Fernández resignifica el triunfo de Donald Trump en la elección estadounidense, trazando un paralelo con otros procesos, en el que observa un aspecto coincidente, que es el voto anti atlantista, es decir, un rechazo generalizado a las políticas impulsadas por la OTAN, en particular, contra el belicismo que está provocando una catástrofe. Considera que el planteo económico de Trump, basado en recuperar la industria estadounidense, para lo cual necesitará redireccionar la enorme cantidad de recursos que hoy están dirigidos a financiar las guerras y sus anuncios de campaña, en los que explícitamente propicia finalizarlas, provocan una razonable expectativa de un cambio favorable en este sentido. En general, analiza el resultado como un avance contra la globalización y el poder absoluto de las corporaciones -particularmente las financieras-. En ese orden de ideas se refiere a los BRICS, señalando que, si bien no se trata de un bloque homogéneo y está cruzado por diversas concepciones e intereses, están enfrentando exitosamente la hegemonía que comenzó con la disolución de la Unión Soviética.
A continuación analiza el eventual impacto que tendría sobre Europa la quita del financiamiento de la guerra en Ucrania, con el cese de hostilidades como uno de sus primeros efectos, pese al lobby desarrollado por la industria armamentista, enquistada en el partido demócrata.
También subraya las significativas diferencias del planteo geo político-económico del presidente electo en USA respecto del gobierno argentino, pese a las cuales este último se presenta como admirador de aquel, contradicción que considera como una puesta en escena para mostrarse como ganador, en un proceso que le es totalmente adverso. Pero también manifiesta una posición sumamente crítica a la oposición política argentina, que ignora por completo este escenario, y consecuentemente no lo pone en discusión, así como tampoco se expide en cuestiones de importancia estratégica, como el desfinanciamiento de la CNEA -que evidencia un cambio negativo de la política de energía nuclear-, el abandono del planteo de tercera posición, de la neutralidad frente a conflictos bélicos ajenos, etc., etc. en un escenario de sumisión y pérdida de rumbo, que preocupa a los que amamos esta Patria.